Las intermitencias de la muerte

En un país cuyo nombre no será mencionado se produce algo nunca visto desde el principio del mundo: la muerte decide suspender su trabajo letal, la gente deja de morir. La euforia colectiva se desata, pero muy pronto dará paso a la desesperación y al caos. Sobran los motivos. Si es cierto que las personas ya no mueren, eso no significa que el tiempo haya parado. El destino de los humanos será una vejez eterna. Se buscarán maneras de forzar a la muerte a matar aunque no lo quiera, se corromperán las conciencias en los «acuerdos de caballeros» explícitos o tácitos entre el poder político, las mafias y las familias, los ancianos serán detestados por haberse convertido en estorbos irremovibles. Hasta el día en que la muerte decide volver... Arrancando una vez más de una proposición contraria a la evidencia de los hechos corrientes, José Saramago desarrolla una narrativa de gran fecundidad literaria, social y filosófica que sitúa en el centro la perplejidad del hombre ante la impostergable finitud de la existencia. Parábola de la corta distancia que separa lo efímero y lo eterno, Las intermitencias de la muerte bien podría terminar tal como empieza: «Al día siguiente no murió nadie».


DATOS CURIOSOS: 





1- El portugués José Saramago, Premio Nobel de Literatura en el año 1998, resulta uno de los más grandes escritores de los últimos tiempos. Entre sus textos de mayor renombre se encuentran Historia del cerco en Lisboa (1989)El evangelio según Jesucristo (1991) Ensayo sobre la ceguera (1996).
2- Los sucesos que se desarrollan en Las intermitencias de la muerte (2005) parecen encausados a incentivar la reflexión de los lectores sobre uno de los temas más controvertidos, temidos y evadidos por la humanidad: el miedo a perder la vida.
3- Las actuales circunstancias le sirven de pretexto al portugués para desenmascarar a la sociedad moderna, la cual se empeña en ocultar su verdadera naturaleza en medio de incontables formalismos y actitudes hipócritas.
4- En una primera parte de la historia, la trama se centra en un país indeterminado donde los habitantes, de manera repentina, dejan de morir, hecho que da lugar a una sucesión de conflictos y retos tanto para las propias víctimas de esta “plaga de inmortalidad” como para el propio narrador.
5- La segunda parte se centra en la muerte como personaje. A diferencia de la idea de Marcel Proust, Saramago no la imagina como una mujer gorda vestida de blanco, sino como una calavera que vive en un salón lleno de archivos. Así mismo, plantea la hipótesis de la existencia de muertes múltiples que se organizan mediante jerarquías, todas al servicio de la Muerte, con mayúscula, esa que un día pondrá término a Todo.
6- El Premio Nobel emplea un método de escritura diferente, anárquico en apariencia, pero solo en apariencia. Así que no se sorprenda el lector si no encuentra puntos finales donde los debe haber, o los dos puntos y guiones que anteceden al diálogo, o las mayúsculas en los nombres propios.

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